Mi experiencia como padre:

El tan añorado viaje a Rosario comenzó en las cabezas de nuestros hijos mucho antes que el 17 de septiembre.

Desde que escucharon que tendrían esa salida educativa, fueron tejiendo miles de historias y situaciones, las cuales en nuestro caso eran planeadas casi a diario: qué sentía nuestro hijo, lo que creía que iba a vivir y cosas así. Fueron todas situaciones muy emocionantes, dado que el realizar un viaje de estas características, lo llenaba de ansiedad completamente.

Desde varios días antes, habíamos preparado lo que según él necesitaría; hasta último momento iban surgiendo cosas nuevas, y la noche anterior, ya en su cama, sus ojos no dejaban de mirar el techo, creando imágenes de lo que sería esa salida educativa tan esperada.

Por fin llegó el día. Todo estaba listo y preparado, esperando el micro para dar inicio a todo lo soñado.

Salimos temprano hacia Rosario esa mañana, y sinceramente, lo cuento como padre, dado que mi tarea era la de ayudar a mi hijo ante las pequeñas dificultades de acceso a algunos lugares. Pude notar el cuidado en general de cada alumno y su contexto educativo. La alimentación y su descanso eran acorde a lo que al menos quien les escribe haría para su hijo. Estuvieron contenidos en todo momento y es para destacar, que como el motivo del viaje desde un comienzo fue “educativo”, siempre contaron con personas idóneas para esa tarea, sin dejar al azar ninguna duda que pudieran tener. Siempre recibían la respuesta correcta a cada una de sus preguntas y aclaro que sería incontable la cantidad de veces que escuché: “Profe, una pregunta”…

Eso demostraba que los chicos estaban interesados en lo que estaban haciendo, sus preguntas no hacían más que reflejarlo a cada instante.

El conocer una nueva ciudad, sus monumentos y en especial uno tan importante como El Monumento a la Bandera y su historia, lugares tan significativos como San Lorenzo, lo que sucedió allí. Gracias a la labor de la guía que los acompañó en cada momento, creo que más de uno llegó a sentir el fervor de ese combate. Revivir la novela “El visitante” y cada uno de sus escenario, estar frente a Fontanarrosa aunque sea su escultura, ver la figura del Che y sentarse al lado de alguien tan querido como Olmedo, son vivencias que seguro quedarán en sus memorias. Además de haber aprendido mucho de nuestra historia, compartieron momentos que con el tiempo serán su propia historia.

Desde mi lugar, como padre, solo puedo decir “Gracias” por poder darme la oportunidad de presenciar momentos tan importantes, como la educación escolar de mi hijo junto a ustedes.

Diego Marcelo Nicolaisen (padre de Thiago de 1° A)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *